sábado, 30 de noviembre de 2019

Un discurso que nadie me pidió

Hace no mucho participé en una feria matemática, y escuché un discurso durante la inauguración de la misma.

Se dijo que la idea era presentar a la matemática como «algo lúdico», «diferente a lo que se aprende en la escuela».

No me parece que sea óptimo este mensaje. Yo habría dicho algo como lo que sigue.

Traemos esta feria para que conozcan de primera mano (pues somos profesores y estudiantes de la licenciatura en matemática) lo que se siente estudiar matemática. Cómo es una ciencia que te engancha y que puedes pasar las horas pensando cómo embona un trocito de pensamiento con otro para lograr un todo lo más armónico posible. Cómo paso a paso el razonamiento te lleva a una respuesta (porque no es poco frecuente que haya más de una), a veces a través de un camino inesperado. No es algo que sea manifiesto durante sus clases en la escuela, pero de la misma manera que una música tiene que practicar durante años escalas y demás ejercicios para mejorar su coordinación y fortalecer sus manos para conseguir una ejecución virtuosa y expresiva, así también hay que practicar con ahínco la aritmética básica para entender la manipulación simbólica elemental, y así ir subiendo la complejidad de los ejercicios para por fin desentrañar la belleza abstracta de la reina de las ciencias.

Buscamos, pues, que con esta feria puedan ver algunos «grandes éxitos» de la matemática que han encantado a muchas generaciones, como la papiroflexia, los hexaflexágonos, trucos con naipes, las torres de Hanoi, los tangramas, los cubos de Rubik, Soma y Bedlam, y varios acertijos tradicionales. Gracias por venir, y esperamos poderles compartir el gozo que nos proporciona la disciplina que cultivamos.

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