sábado, 1 de agosto de 2020

Sobre el periodismo

Como mencionaba en la entrada anterior, otra manera de "neutralizar" las críticas que utilizan los partidarios del oficialismo son los ad hominem o tu quoque aplicados a los periodistas o los medios. "No tienen credibilidad", "Hablan así por los intereses que defienden", "¿Y por qué antes no se quejaban, no denunciaban?".

He escuchado de los mismos periodistas que su labor no puede ser enteramente objetiva. Como mínimo, hay un filtro editorial: tienen que elegir a qué darle prioridad (sin embargo, la aparición de la red de redes disminuye esto como justificación). Pero eso es una cosa y otra distinta el apoyar sesgos cognoscitivos o abrazar las falacias argumentativas: "es que la gente no sabe sobre la utilidad de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos", "el presidente no puede ser todólogo pero ¿acaso los medios de comunicación de la oposición sí?".

Uno de los eventos más vívidos en mi mente y que atrajo mi atención hacia el tema es cuando, para todo efecto práctico, se le exilió a Carlos Loret de Mola. Se me ocurrió preguntar por qué su caso era distinto al de Carmen Aristegui, y se me respondió que no había comparación entre los periodistas ("Loret de Mola es un servil, un subperiodista"), en especial en su ética profesional.

Se vuelve, pues, al asunto de la ética. Pero quizá de forma más legítima, pues sí hay lineamientos en las diferentes profesiones cuyo fin es garantizar buenas prácticas. Pero a mí, por lo menos, me costó trabajo encontrar algo académico al respecto (leí algunos libros sobre periodismo, pero los que encontré curiosamente no tienen mucho énfasis en el tema). De lo que he observado y de lo que dice la Wikipedia, tenemos lo siguiente: contrastan fuentes, verifican los datos, publican correcciones cuando ocurren errores, protegen la privacidad hasta donde es posible, en esencia no deben ser amarillistas o "morbosos", etcétera. Si ponderamos la labor de Aristegui o Loret de Mola según estos criterios, entonces no veo que alguno salga claramente por delante del otro. En particular, ambos han reportado información comprometedora para ciertos gobiernos que después se ha visto que es verdadera, y también han reportado falsedades que en su momento corrigieron o por las cuales se disculparon.

Abudando sobre dichos términos y en relación a la política, pienso que lo crucial es en consecuencia que la información que divulgan los periodistas sea verdadera. Mientras sea así, es irrelevante quién los financia o si "callaban como momias" antes (pero ciertamiente, no está de más revisar; tengo la impresión de que no muchos están al tanto de quién está detrás de RT o Al Jazeera, por ejemplo). Por otra parte, indagar sobre las corruptelas de los políticos implica escarbar en su vida a veces bastante profundo. De hecho, muchos de ellos esgrimen precisamente en que se viola su derecho a la privacidad cuando se les sorprende recibiendo sobornos, recolectando fondos de procedencia ilegal o siendo déspotas en su actuar como funcionarios públicos, etcétera.

Por eso es una buena práctica, como audiencia, tratar de leer, escuchar o ver noticias de la mayor cantidad de fuentes posibles, principalmente de aquellas que sean reconocidas como de mayor objetividad y que uno mismo haya comprobado que efectivamente se fundan en la evidencia. Sin embargo, si se ha de tomar en cuenta la opinión de otros, entonces lo más lógico es atender al gremio de los mismos periodistas, especialmente cuando reconoce a lo mejor del mismo. Ahí tanto Aristegui como Loret de Mola han recibido el Premio Nacional de Periodismo más de una vez; curiosamente Julio Hernández López "Astillero" lo ha ganado nunca, por ejemplo (si me equivoco, entonces por favor corríjanme). Repito, sin embargo, que esto puede dar algún norte pero no es un criterio definitivo para evaluar el trabajo periodístico de una persona o agencia. A fin de cuentas, siempre debe primar el apego a los hechos.

Concluyo repitiendo que, aunque uno pueda tomar el desempeño pasado de un medio o periodista como referencia, lo cierto es que el que en el pasado hayan reportado falsedades no implica que una nota en particular del presente sea falsa, de la misma manera que la veracidad del pasado no implica la del presente. Tampoco el si el medio ha "atacado" o quejado de un gobierno, empresa u organización nos dice algo realmente relevante sobre el tema; en todo caso, habla más de sus sesgos, y es por eso que los múltiples puntos de vista sirven para obtener un mejor balance (pero hay que tener extremo cuidado para no incurrir en la falacia del término medio). Irremediablemente, la atención permanente a la verificación es parte fundamental del consumo de noticias, especialmente si nuestra reacción emocional a las mismas es intensa.

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