lunes, 22 de octubre de 2012

Del anecdotario (I)

Mi participación anterior en el "Carnaval de Matemática(s)", después de ver cómo estuvo, se supone debió ser la primera y la última. Lo más positivo que coseché de la experiencia fue un comentario de Mago Moebius (que para mí valió como el premio a la mejor entrada) y un temporal incremento en las visitas a mi bitácora (a pesar de que se haya opinado por ahí que estoy "pirao").

Sin embargo, hubo un pequeño detalle que me hizo reconsiderar el asunto (y que, además, preferiría no mencionar hasta que termine la presente edición del Carnaval, si acaso).

Lo malo es que no se me ocurrió sobre qué escribir a la mera hora. Además, no estoy muy de ánimo para refritear a Gardner, Pickover, Allen Paulos u otras grandes figuras de la divulgación matemática.

¿Y entonces? Mmm...

¿Valdrá contar algunas viejas anécdotas? Si no, pues ni modo. Ahí va.

La primera vez que fuí a un congreso de Matemática, específicamente al "Cuarto Congreso Internacional de Álgebras Topológicas y sus Aplicaciones", fue como estudiante del segundo semestre de licenciatura. ¿Por qué? Porque se celebró en Oaxaca, y no quise desaprovechar la oportunidad.

La persona que me apoyó con la cuota de inscripción fue la Dra. María de Lourdes Palacios Fabila (y que posteriormente sería sinodal en mis exámenes de maestría y doctorado), quien desde entonces ha sido sumamente amable conmigo.

Recuerdo que un momento muy vergonzoso ocurrió cuando, mientras tomaba un sorbo de agua durante una de las charlas, se me subió y tuve que hacer un gran e inútil esfuerzo para no llamar la atención. También que, durante una plática del Dr. Wiesław Żelasko, éste bosquejó unos pasos de una desigualdad o algo así, y hubo por ahí un exponente o símbolo que se comió (y no sabía yo si era un paso legítimo o no de su razonamiento), le pregunté y resultó que efectivamente era un pequeño desliz. La Dra. Palacios consideró que yo había "corregido" al Dr. Żelasko.

Ahí conocí a la Mtra. Helga Fetter Nathansky, quien extrañada se me acercó y me preguntó si yo entendía algo de todo lo que se hablaba en esas conferencias especializadísimas. Obviamente, no comprendía más que hablaban de espacios vectoriales con topologías integradas, de convergencias, etcétera, pero no cómo se encajaba todo eso (y el acento del inglés no ayudaba mucho). Después tuve el privilegio de trabajar con ella en el CIMAT durante mi "estancia profesional", lo que considero una de las experiencias más gratificantes de mi vida en lo que a Matemática respecta. De todo ello salió mi tesis de licenciatura.

También conocí al Dr. Carlos Bosch, quien con mucha amabilidad me explicó qué es un espacio barrelado barrilado.

No pude quedarme toda la semana que duró el congreso porque hubiera acumulado demasiadas faltas en mis cursos, pero sin duda la experiencia me gustó mucho, me puso los pies sobre la tierra y me animó a continuar con los estudios. Me pregunté si algún día llegaría a tener el calibre de algunas de esas luminarias de las álgebras topológicas, aunque fuera en otra rama. Hasta hoy, obviamente, no es así. Pero mientras haya vida...


Esta entrada participa en la edición 3.1415926 del Carnaval de Matemática(s), alojado en la bitácora "Series Divergentes".

5 comentarios:

Anónimo dijo...

de verdad que es motivador. . .
saludos

Octavio dijo...

¿De veras? Si es así, con esto ya valió la pena entrar otra vez al Carnaval de Matemática(s).

Un gran saludo.

Anónimo dijo...

en efecto, el comentario anterior no fue sarcasmo alguno.. motiva conocer historias de primera mano. .
saludos

Anónimo dijo...

Barrilado

Octavio dijo...

Gracias. Quién sabe cual será la buena, pero con i suena mejor.