lunes, 7 de enero de 2013

Desvaríos varios (1)

Apenas veo.

No hubo entradas de esta bitácora durante diciembre del año pasado.

Ni modo.

Y el 2013 no empieza para mí con muchas ganas de escribir.

Pero he estado pensando bastante. En mi familia, sobre la vida, sobre la Matemática...

Es buen momento para decir algo que traigo en mi cabeza sobre esto último, porque de los dos primeros no me gusta mucho hablar en público. De la vida sí, pues, pero no ahora, o al menos no de modo exclusivo.

¿Será que está mal pensar mucho en Matemática? Lo digo en este sentido: en diversos medios (aunque, debo admitir, sobre todo en la televisión estadounidense) se enfatiza que eso no corresponde a "una vida auténtica". ¿Por qué no? ¿Por qué son menos "raros" los seguidores de Justino Castor o Dolores Rivera que los que están pendientes de los avances de los científicos que trabajan en el LHC o que admiran a Stephen Hawking? [Deliberadamente no he escogido los mejores ejemplos].

Posiblemente sea una cuestión de la popularidad del sujeto de admiración en sí. También que no se considera sano que una persona necesite poca adrenalina en su vida para ser feliz, o que al menos no requiera compartir sus gustos como pretexto para socializar.

Luego está esto de las competencias matemáticas (y científicas, en general). En principio, fomentan el agudizaje de las facultades que ya traen los que se involucran en ellas, y son un mecanismo para que se junten personas con intereses similares. Pero, como bien señala una profesora a la que admiro mucho, no parecen ser una buena estrategia para lograr que más personas, quienes posiblemente podrían hacer contribuciones en estos campos, se interesen en ellos.

Habrá quien diga que tales individuos no hacen falta en estas empresas realmente, porque únicamente los "elegidos entre los dioses" son los que tiene chance de "lograr algo". Pudiera ser. La ventaja de las competencias es que permiten tamizar a los verdaderos elegidos, y destinarles recursos. Y aquí también hallo una conexión con mi punto anterior, cuando examinamos qué es lo que se quiere "lograr". Si el chiste es hacerse famoso por "conseguir" algo "grande" (demostrar una conjetura importante, o contestar una pregunta científica fundamental), entonces eso provoca que varios se apelotonen alrededor de temas populares porque así las hazañas son más visibles.

Otra consecuencia, sin embargo, es que se opaque algo que juzgo importante y que escuché decir a Alberto Verjovsky en un video, que en mi paráfrasis es "un progreso, por pequeño que sea, es fuente de mucha felicidad". Yo añadiría, todavía, "un progreso personal". Es decir: vale la pena simplemente entender, simplemente disfrutar, no importa que con ello no se confirme la sacrosanta Hipótesis de Riemann.

Me viene a la mente uno de los primeros artículos de Erdős (cuyos problemas son olímpicos por excelencia, si bien estoy convencido de que él realmente no tenía la mentalidad clásica de olímpico), que versa sobre una demostración nueva de un teorema. Comparado con medallistas Fields y otros gigantes, parece una cosa pequeña. Especialmente, quizá, por ser elemental en su naturaleza. Me imagino que hay quienes sinceramente concuerdan, pero que no lo manifiestan por la conspicuidad de Erdős. Por supuesto (y no recuerdo los detalles), se saca nueva información de la demostración de Erdős respecto al teorema, pero sospecho que las intenciones de Erdős iban más por el lado de entender él el resultado, de tener una victoria personal, más que el de la ostensión o la superación de los medios de un matemático previo.

Veo por ahí quienes posiblemente se les venga la palabra "mediocridad" a la mente. Y no en Erdős, sino en quien esto escribe o los que concuerden con mi punto de vista. Mas, ¿qué no hay espacio suficiente para ellos en la olimpiadas, pues?

Y eso que no traigo ganas de escribir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

interesante punto de vista. . .lo de justino castor estuvo bastante bueno....