lunes, 20 de julio de 2009

No hay mejor estimulante que la Luna...

Hoy se cumplen 40 años de que el hombre (y, más específicamente, Gringolandia) llegó a la Luna. Y hay gente que todavía lo duda. Los medios de comunicación mexicanos, tristemente, secundan las sandeces conspiracionistas.

El vecino del Norte no es precisamente santo de mi devoción y, sin embargo, no se puede negar el hecho de que decidieron inyectarle dinero en serio a la Matemática, la ciencia y la tecnología para llegar a donde nadie antes. Los resultados, naturalmente, saltan a la vista.

Que si no hay estrellas en el fondo, que si las sombras no son paralelas (¡la perspectiva, por favor! ¡Un hecho matemático!), que si no hay cráter, que si le picas avance rápido a la película y todo parece terrícola. Todos estólidos razonamientos. Lo que anuló cualquier pizca de escepticismo que yo pudiera guardar fue un video del vehículo lunar, donde se ve claramente cómo el polvo describe parábolas bien definidas. Por si fuera poco, en la bitácora de Phil Plait hay fotografías del módulo espacial plantado en la superficie lunar.

Un conductor mexicano de noticieros pregunta entonces por qué no se ha regresado a la Luna. Bueno, el Apolo 11 costó más de 19 millardos de dólares (un 19 con nueve ceros), el 34% del presupuesto de la NASA en ese entonces. No es barato ni fácil ir y regresar a la Luna. Supongo que la Guerra Fría consumía muchos recursos de los Estados Unidos y que, una vez lograda la hazaña y ganada la carrera espacial, no tenía caso alardear más. Hubiera sido mejor preguntar por qué no va México a la Luna.

A propósito, ¿por qué nadie duda que los soviéticos mandaron una sonda no tripulada que trajo de vuelta fotografías del lado oculto de la Luna? ¿O que en 1966 el Luna 9 aterrizara suavente en la superficie lunar? ¿O que el Viking 1, también en un día como hoy, haya aterrizado en Marte y hubiera tomado muchas fotografías? ¿Eh?

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