domingo, 10 de mayo de 2009

Mi gusto es...

En el contexto de este asunto de la influenza, invitaron al Dr. Marcelino Cereijido a hablar sobre el tema en cierto programa televisivo. Se desvió con maravilloso tino del tópico en cuestión, para hablar de la ciencia en general. Se hizo mención de uno de sus libros "Ciencia sin seso", y se le citó de manera fascinante. Pero luego me llevé una tremenda sorpresa cuando leí lo que el mismo Dr. Cereijido dice respecto a su libro:
Si hay algo que no escasea en este mundo, son los científicos maduros que se autodescubren filósofos, escriben un libro, lo decoran con infaltables pantallazos en los que Galileo, Pasteur y Madame Curie aparecen como mezclas de San Francisco de Asís y Madre Teresa de Calcuta pintadas por Walt Disney, lo ofrecen a los jóvenes como modelo ejemplar, les aseguran que el país está ávido de científicos y, ya que están, también les garantizan a sus gobiernos que podrían desarrollar la ciencia con sólo dedicarle una fracción más importante del producto bruto ¿Por qué escribí entonces "Ciencia Sin Seso: Locura Doble"?

Porque quisiera evitar que los jóvenes se lancen a tontas y a locas a la tarea científica como lo hice yo, sin antes averiguar qué haría con ellos su sociedad si aceptaran convertirse en científicos, quién les daría dinero para investigar y sostener su familia, quién y cómo evaluarían su trabajo, cuál sería su conexión con el aparato productivo, por qué la ciencia tiene en el Tercer Mundo una estructura y una sociología tan accidentadas, por qué el Primer Mundo sí necesita y se lleva a nuestros investigadores.

Mmm... Bueno, en realidad no se si incluiría a los matemáticos entre los científicos. De momento estoy en mi etapa de no considerar a la Matemática una ciencia. Pero podríamos decir que los divulgadores le han pintado un panorama bastante análogo al matemático en ciernes. Salvo, hasta donde he podido comprobar, por la exageración de decir que México (por poner un ejemplo) está ávido de matemáticos. No es que no los necesite con desesperación, pero muy cierto es que no los echa de menos, y esto para mí siempre ha estado claro.

Por otro lado, a mí me sedujo la idea de ser matemático en aras de la disciplina misma. Y es verdad que han existido matemáticos de vidas ejemplares en el rango de lo admirable. ¿Y qué? Simple y sencillamente quería estudiar Matemática. Punto. Por mis búsquedas personales de alguna verdad o algún mecanismo para lograr algo. ¿No tiene uno derecho de hacer eso?

Y es verdad también que hay que mantener a la familia. ¿Y? Si no se puede como matemático, se podrá de otra manera. ¿Por qué no voy a estudiar Matemática en la rama que me plazca de todas maneras? ¿Eh? ¿Y si me basta, como a G. Perelman, que las demostraciones sean válidas? ¿Cuál es el $#%$#& problema?

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